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Palabras de cierre

II Congreso, 2011

Raquel Macciuci

 

Muy estimados asistentes:

Con gran satisfacción me dirijo a ustedes para cerrar el II Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas. Diálogos transatlánticos, después de escuchar la conferencia plenaria pronunciada por el profesor Christian Wentzlaff-Eggebert. Sin solución de continuidad, su intervención ha servido para introducir mis conclusiones y palabras de despedida, porque desde el mismo título, que me permito recordar, “Narradores y lectores en la tradición narrativa europea e hispanoamericana: Huecos, complementos y asociaciones..., de Los Siete libros de la Diana al microrrelato”, condensa el espíritu de encuentro. A partir de un sopesado conocimiento de la tradición, ha interpretado exquisitamente la invitación a pensar en la identidad y las filiaciones en las letras españolas actuales y ha puesto en práctica el diálogo a través de un itinerario diacrónico e intercontinental, iniciándolo en España, pasando por Europa, recalando finalmente en Latinoamérica, en Argentina, en Tucumán y otra vez en Madrid, sin olvidar en ningún momento la tradición áurea y medieval. Le agradezco el esfuerzo unitivo y la travesía ejemplar que resume la esencia del congreso.

Hace tres días, en el discurso de apertura hice referencia a los orígenes más remotos de este congreso, una suerte de tiempo largo de la historia, si los colegas de ciencias sociales aprueban el uso en pequeña escala del concepto.  Mencioné los comienzos casi en solitario de la construcción de un espacio para la literatura española, devastada como todas las disciplinas de la carrera de Letras  –y quizás un poco más –, en el contexto de una universidad seriamente dañada por la última dictadura. Por esta razón, me interesa subrayar que la inauguración de un ciclo de reuniones científicas dedicado a nuestra especialidad surge de un caudal científico acumulado y de una capacidad de trabajo que no se reducen al campo disciplinar; es también el resultado del esfuerzo por apuntalar los cimientos conmovidos, del permanente interés en reflexionar sobre nuestra profesión y de una decidida voluntad de aportar ideas sobre la gestión del conocimiento, la función de la universidad pública y las políticas institucionales más aptas para llevar a cabo el cometido asumido ante el país y la comunidad.

Hubo además un tiempo medio de la preparación del encuentro que ustedes pudieron entrever. La nutrida asistencia de invitados, expositores y oyentes es el resultado del diálogo que iniciamos con el congreso de 2008 y retomamos con fuerza hace un año con la primera circular. El trabajo y el capital simbólico reunidos, junto al prestigio de nuestra Casa, se vieron compensados por los auspicios y reconocimientos obtenidos en el orden científico y cultural: el congreso recibió el patrocinio del CONICET, la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, y de la Oficina Cultural de la Embajada de España, y contó con el auspicio de la Comisión Provincial por la Memoria, del Instituto Joaquín Sorolla de Investigación y Estudios de Valencia, de la Asociación Argentina de Hispanistas y de la Embajada de la República Federal de Alemania. Asimismo, fue declarado de Interés Educativo por la Secretaría Políticas Universitarias, por la Dirección General de Educación y Cultura de la Provincia de Buenos Aires y de Interés Municipal por el Consejo Deliberante de la ciudad de La Plata.

Llegados al tiempo corto de la historia, el de la crónica diaria, deseo destacar, porque nos honra especialmente, que una vez más la máxima autoridad de la Universidad Nacional de La Plata haya inaugurado el congreso. El doctor Fernando Tauber, acompañado en esta ocasión por la vicedecana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, doctora Gloria Chicote, dio la bienvenida al intendente de la ciudad de La Plata, doctor Pablo Bruera y al embajador de España, don Rafael Estrella, cuya presencia, por distintos motivos, merece un renglón aparte.

 En primer lugar, porque la celebración de este congreso propició que por primera vez el actual embajador visitara nuestra Casa de altos estudios. Naturalmente, y parece una obviedad decirlo, existen razones manifiestas que vinculan a España y a sus representantes en Argentina con la materia de la reunión científica y explican su visita. Pero son menos visibles aunque poderosos otros vínculos de resonancias más antiguas: la Universidad Nacional de La Plata recibió a insignes exiliados republicanos que dejaron huellas perdurables en sus claustros. Los nombres del psicoanalista Ángel Garma, del médico Joan Cuatrecasas, del jurista Luis Jiménez de Asúa, del matemático Luis Santaló, del historiador Nicolás Sánchez Albornoz, del filólogo Clemente Balmori, del profesor y novelista Manuel Lamana, entre otros, son elocuentes por sí solos. Durante muchos años escuché frases de gratitud hacia aquella hospitalidad de mi país para con los vencidos en la guerra civil. No me imaginaba que con el tiempo, los argentinos nos encontraríamos en la situación de expresar análogo agradecimiento por el asilo que el pueblo español nos brindó en nuestra diáspora de los años setenta. Es esta una inmejorable oportunidad de recordar el apoyo muto en un escenario atravesado por la memoria de ambos éxodos.

El rango alcanzado en el acto inaugural se mantuvo durante toda la celebración: las 21 intervenciones de expertos en diversas temáticas, repartidas en 2 conferencias plenarias y 7 paneles, más 42 mesas paralelas que reunieron más de 140 expositores hablan por sí solas tanto del intenso ritmo de trabajo alcanzado como de la densidad y amplitud de los abordajes críticos realizados durante las tres jornadas. La procedencia de los participantes da cuenta igualmente del eco de la convocatoria: las universidades argentinas estuvieron mayoritariamente representadas, pero también distintas unidades académicas de España, Colombia, México, Chile, Uruguay, Puerto Rico, Brasil, Alemania, Venezuela y Estados Unidos. En las intervenciones se trataron, desde distintas perspectivas, las cuestiones y problemas sugeridos por los ejes temáticos. Junto a los trabajos arropados por la solidez de los géneros clásicos –poesía, narrativa, teatro– fueron especialmente numerosos aquellos que muestran una literatura en tránsito hacia otros lenguajes, disciplinas  y formas discursivas.

De igual modo, abundaron las ponencias sobre la memoria y el pasado reciente, en torno a las cuales se produjeron vivos debates que muestran la actualidad y el interés de los planteamientos. El panel sobre la Constitución de 1812 ofreció la cohesión y rigor que se esperaba de una mesa monográfica, desde la cual se abordó también la fecunda vecindad de la literatura y la prensa periódica –zona donde se hubiera inscripto mi trabajo en caso de haber podido compatibilizar mi función de presidenta con la de expositora.

La lengua castellana también se hizo presente en diversas comunicaciones que pusieron de manifiesto que las letras de España, por tradición y pertenencia, constituyen un amplio campo para la reflexión sobre la enseñanza del español como segunda lengua y a su vez encierran una fuente ilimitada de ideas y aplicaciones. Los especialistas en literatura española mostraron su aptitud para extraer de su propio patrimonio cultural, contenidos, sugerencias y puntos de vista específicos para un territorio lingüístico que obtiene de su unidad el más alto grado de riqueza y eficacia.

En definitiva, el congreso pudo concretar con brillantez los objetivos temáticos previstos, tanto en el tratamiento otorgado por los conferenciantes invitados como por los expositores. Las materias sugeridas por la convocatoria no siguieron caminos unidireccionales, por el contrario, se entretejieron entre sí y ampliaron la trama interdisciplinaria comenzada en 2008. Nos complace ver que los contenidos y géneros tradicionales de la literatura española contemporánea se han enriquecido con el cine, las artes plásticas, la prensa escrita, la historiografía, la historia de la edición, la historia y la memoria del pasado reciente, todo desde una perspectiva amplia, rigurosa y abierta al diálogo con otras literaturas y con las propias literaturas y culturas de España. En suma, una literatura que se concibe plural en el tiempo, en el espacio y en sus lenguas.

Las puertas quedan abiertas para el tercer encuentro, de incierta fecha, pues deberá conciliar su calendario con las actividades programadas por el hispanismo argentino y el hispanismo internacional. Nos veríamos muy complacidos si el diálogo no se interrumpiera durante el intervalo. Ya saben dónde estamos y quiénes somos: una cátedra, un grupo de investigación y estudios –aún en busca de un nombre– que desde hace más de diez años indaga en asuntos y problemas relacionados con la literatura y la cultura española contemporáneas, y un equipo de trabajo dinámico e incansable de graduados, becarios y estudiantes voluntarios –subrayo– que además de ser imprescindible ha reencarnado el milagro de los panes y los peces para arribar sin sobresaltos al final del encuentro.

Durante estos tres días han recogido noticias ahora de nuestras actividades e inquietudes presentes, de nuestros proyectos editoriales y científicos; nos gustaría informarles y que nos informen de futuros emprendimientos. Sin duda, ahora conocen un poco mejor la Universidad Nacional de La Plata y están al corriente del potencial institucional y científico del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, el mayor instituto de ciencias sociales de América Latina. Por último,  saben de la vocación por acortar distancias de los organizadores del este segundo congreso. La comunidad científica internacional se sustenta, hoy más que nunca y en forma creciente, en el diálogo, el intercambio y la colaboración. Se trata, pues, de seguir haciendo caminos y labrando estelas en la mar hasta reencontrarnos en 2014.

 

La Plata, 5 de octubre de 2011

 

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